lunes, 4 de enero de 2010

Revolución

Es la vida quien se rie de nosotros, la que te mira y piensa “pobre desdichado, pobre perdedor” y tu la miras y dices “más pobre tu que eres mia”. Y es una lucha constante de odios y sueños perdidos hasta que te encuentras en el centro de todo y preguntas, “hasta dónde llegará esto?” y nadie te responde, “hasta cuándo terminará?” y nadie te responde, y es por que tu vida te ha abandonado.
Y luego piensas, “¿qué jodidos pasa?” y no entiendes nada porque nada tiene sentido, porque todos hablan y todos gritan al mismo tiempo y lo que oyes sólo son ruidos compuestos, son vocales, son cuerdas al aire, son notas, re, mi, fa, sol, sol, bemol sin aire. Una sinfonia.
Hey, tu guitarra te quiere decir algo.
Diminutos sostenidos vuelan de sus bocas y posan para ti, y se rien de ti, no es la vida ahora, son ellos, con sus patas torciditas, con sus ruidos mal formados, con sus ecos ingeniosos que te asustan.

Los ojos que miran no sólo miran, te buscan como si estuvieras ahí, como si pudieran verte, como si fueras real.

Te buscan pero no encuentran más que fantasmas, en tu higado, en tu páncreas, en tu cerebro, en tu corazón, el que se siente triste, el que llora por las mañanas, el que se calla por las maldiciones y gritos.

Y no te has dado cuenta pero es un hecho… has perdido la razón.

Extraños I

Y abres los ojos y nada es como solía ser, empezando por ti. Sientes algo diferente en tu forma de mirar, en tu forma de respirar, en tu forma de escuchar. Tu voz es diferente, tus pasos son más lentos, tus ojos más despiertos aunque sueñan más. Tus manos son más suaves, tu sonrisa más amable, tu pecho más profundo y no paras de pensar.

Una y otra vez el mismo pensamiento, como un eco ( ) Y sólo te queda sonreír tranquilo sin saber la respuesta. Te paras, te miras al espejo y dudas de ti mismo. Crees estar mirando a alguien más, otros ojos, otras arrugas, otros labios, unos de alguien feliz… un extraño feliz. Pero… no te agrada lo que ves, no te agrada lo que sientes, no te agrada la razón. Y es que la razón es que has perdido. Has dejado de ser tuyo y pasado a ser de alguien más.

Así es esto del amor – escuchó.

El no lo creyó. Después de todo,
¿quién podría amar a un extraño?

Es que no soy yo - decía convencido.
Ese hombre no soy yo.

De pronto los caminos se hacian mas cortos, los días mas largos, las noches más tranquilas. El insomnio desapareció, los dolores de estómago, la irritación en los ojos. Parecía la cura milagrosa para todos sus males.


Yo no pedí esto, yo estaba bien como estaba,
¿por qué tuvo que cambiar todo?

Nadie lo pide, sólo se acepta
- escucho de nuevo.

Pues me niego.


Había intentado recuperar esa amargura, y ese ceño fruncido permanete. No lo lograba.

Había intentado no sonreir, pero lo hacía incluso sin darse cuenta. No lo lograba

Había intentado volver a sus pasos cortos y apresurados. No lo lograba


Es más fuerte que yo - decía.

Y sí, era feliz aunque no lo quisiera.